La muerte de Samuel Kunz y la impunidad de los genocidas

Por Paula Schaller y Federico Lucero, militantes del PTS
Córdoba 25 de Noviembre, 2010.
En los últimos días una noticia recorrió el mundo: Samuel Kunz, el tercer criminal nazi más buscado por el Centro Simón Wiesenthal, falleció el jueves 18 a los 89 años de edad en la ciudad de Bonn, oeste de Alemania. Igual que miles de genocidas nazis, Samuel Kunz murió “de viejo”, sin condena alguna pese a estar implicado en el asesinato de más de 430.000 judíos en el campo de concentración de Belzec en la Polonia ocupada, que bajo la guerra sufrió el brutal exterminio de un 18 % de su población. Samuel Kunz es, por esto, todo un símbolo de la impunidad de la que gozaron los genocidas nazis a la salida de la Segunda Guerra Mundial.
Esta impunidad fue garantizada gracias al pacto entre la burguesía de las potencias vencidas y de los imperialismos “democráticos”, basada en circunscribir los juicios a unos cuantos genocidas emblemáticos mientras cientos de miles quedaron libres, muchos de los cuales se reciclaron en los propios aparatos represivos de los distintos países imperialistas en la post-guerra y prestaron sus entrenados servicios en la política de contener los procesos revolucionarios. Queremos repesar aquí brevemente cómo se articuló a grandes rasgos este manto de impunidad que protegió a los genocidas después de la guerra.

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